Pan de casa, como no decir nada pero decir algo



Es como no decir nada pero decir algo. El pan se hace en el horno a una temperatura bastante ecuánime. Me gustaría saber que pasa con la levadura que a veces se activa y a veces no, es sumamente molesto ver que no leuda la masa que con tanto ahínco amaso. Hace mucho que no me pasa, no se si es porque estoy aprendiendo a amasar o es simplemente suerte. Cada que hago la masa del pan trato de esmerarme a lo más que puedo, amasando con cariño, poniendo atención a los ingredientes y sobre todo sintiendo la masa. Me ha funcionado, y es verdad que poco a poco uno le va encontrando la mano a como cocinar.

Igual algo que todavía me sigue costando trabajo es calcular el horno. Cada horno es diferente en como funciona. Por eso es de tanta valía la labor del cocinero en su habilidad de cocinar y combinar ingredientes, como el conocer sus utensilios, tales como su horno. Los hornos que he conocido son todos diferentes. Unos son más calurosos, otros más amplios, unos se les pueden colocar más compartimentos, unos llevan luz, otros tienen vidrio para ver al interior; en fin, cada horno tiene su diferencia. El termostato o perilla, botón o artefacto para regular la temperatura también es diferente. Hay algunos que te dicen explícitamente la temperatura a la que corresponde, aunque si es perilla no te dice con exactitud, sino aproximadamente. Hay algunos hornos más modernos y digitales, los cuales, tienen botones e indicadores luminosos que te muestran cual es la temperatura exacta en el interior. Incluso tienen reloj y timer que te ayuda a calcular tiempo, eso facilita mucho, yo espero poder contar con uno así algún día.

El pan es de lo más básico de hacer, sin embargo, aún no consigo hacer el proceso de una manera tan natural y cotidiana. Me gustaría que fuera tan simple como preparar la ensalada o hacer un arroz, ya casi. Me he dado cuenta que conforme pasa el tiempo me la pienso menos al hacer las cosas, a medir los ingredientes incluso. Antes media todo con lo que tuviese a la mano acercándome lo más posible a lo que la receta me decía. Es muy divertido como con el tiempo uno va improvisando cada vez más. A veces un poco más de agua, a veces un poco menos de harina, a veces un poco más de sal, a veces amasar más, a veces dejar reposar la masa más.

Me gusta hacer pan por el olor que impregna en la casa. Me gusta mirar como se van inflando los pancitos y como al partir un trozo de pan recién horneado, el humo se desprende con el aroma inconfundible del pan casero. Hay que tener mantequilla y mermelada a la mano. El pan de casa por alguna razón me ha resultado bastante rendidor. Hice para la semana, me ahorré unos mangos, pero derroché en gusto de hacer y en sabor.


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