Amnesia futura

Desperté, el olor de madera mojada me hizo hacer una mueca, me asomé por la ventana que no tenía cristal, raro se me hizo. La noche anterior no la recordaba, y de repente nació un sentimiento de ansiedad dentro de mí... no sabía quien era yo...

Recorrí lo que parecía una cabaña de madera. Conforme me adentraba en sus habitaciones menos las reconocía. Parecía que era una cabaña grande, tal vez como para una familia entera. Me conduje, no se porqué, con sigilo, no sabía que me podría encontrar. Hice una parada en el pasillo de ese primer piso, que conectaba las 3 habitaciones y me puse a hurgar en mis bolsillos, tal vez alguna pista podría encontrar. 

Sin hurgar demasiado efectivamente encontré una billetera, con unos cuantos billetes y algunas tarjetas. Una identificación que no logré reconocer. Vi la foto del pequeño recuadro de la tarjeta y me di cuenta que no lo reconocía, en ese momento mi ansiedad creció, que tipo de amnesia sería que ni siquiera me puedo reconocer yo. Me dio un ataque de falta de identidad y al momento sentí la necesidad de mirarme en un espejo. 

Al fondo de ese pasillo había una puerta que parecía ser de un baño, me dirigí ahí y entré. Encendí la luz, parecía ser una cabaña con todas las comodidades, pero en ese momento ni me detuve a pensarlo, simplemente oprimí el interruptor y al momento que la pieza se iluminó me miré en el espejo, o eso creí que hacía. No me veía. 

Me llevé las manos en la cabeza y comencé a sentir que me estallaba. Di grandes pasos por el pasillo y comencé a golpear las paredes. Mi estupor iba creciendo y yo fui golpeando más y más fuerte. Fue en ese momento que comencé a escuchar ruidos. Abajo había gente. Intenté calmarme por un momento. Dirigí mi mirada a las escaleras y vi subir un hombre. Al mirar su rostro quedé congelado, era el mismo rostro que el recuadro en la tarjeta de la identificación que recién había mirado. Nada tenía sentido ya para mi. Me quedé inmóvil dejando de golpear. El hombre me pasó por enfrente y me traspaso, no me vio ni me percibió. Tras de él subió un niño y una mujer. Mi mujer, mi hijo, pensé. Nada tenía sentido. El hombre volvió y les abrazo, tranquilizándoles, petrificado solo podía mirar. Intenté articular algunas palabras pero me di cuenta que tampoco podía hablarles. Y entonces empecé a sentir que el piso se desvanecía, y que entre las maderas me hundía. 

Caí hasta la planta baja de esa cabaña y después seguí cayendo por debajo de la tierra, Miraba las diferentes capas, primero el fango, después piedras, después arena, después piedras otra vez, hasta llegar a una luz incandescente que me cegó. Y en esa ceguera fue donde por fin pude cerrar los ojos, y a través de un profundo suspiro dormir y despertar. 

Al despertar vi a mi mujer al lado de la cama durmiendo tranquila. Yo estaba cubierto de sudor. Me levanté y bajé para tomar algo de agua. La cabaña estaba como la recordaba, antes del sueño y durante el sueño. Mi hijo bajó y me acompañó con un plato de cereal. Mi mujer bajó en seguida y comenzó a preparar café. Era una mañana silenciosa. Nos recostamos en el sofá, ese confortable y cálido sofá. Mi mujer notó el terror que se dibujó en mis ojos y el temblor en mi pecho cuando de la nada, constantes y violentos, se comenzaron a escuchar golpes en el pasillo del primer piso de la cabaña.

Dejé a mi familia detrás para acudir, no creía lo que estaba sucediendo. Al subir por las escaleras el golpeteo paró. Observé el lugar de donde provenía el sonido, pero no había nada. Mi mujer  y mi hijo subieron asustados justo detrás mio. Recobré la calma, me volví y mientras les abrazaba, ya relajado y comprendiendo todo, les dije: "Tranquilos, ya voy a despertar".