Un viaje, una sonrisa y un adios... 1a. parte: El primer encuentro


Como cualquier otro día, tomé las maletas, que en realidad es solo un decir, porque ni maletas tengo. Entonces, corrigiendo; tomé algunas pertenencias de viaje, que se resumen en: unas bermudas por si hace mucho calor, una botella vacía para llenar en caso de sed, una libreta por si hay que anotar, un libro por si hay tiempo que no se deba desaprovechar y toda la ropa interior que pueda cargar no debe faltar. Y bueno, esta bien, una maleta pequeña con otras pertenencias personales, en aquel tiempo aún no era un vagabundo y necesitaba más de esas cosas que te arraigan a algún lugar, ni hablar, no les pude engañar. Era joven e inexperto, y cuando es así, uno suele meter a la maleta más cosas de las que pudieras necesitar, cosas que solo paseas y que se vuelven lastre nada más. Cuantas veces según tú por precavido llevas algo en la maleta, y cuando ya estas en tu viaje dices "chale, no debí traer tanta mensada"... bueno, eso me pasaba muy a menudo (y de vez en cuando me pasa todavía... jajaja).


Esa vez tenía un propósito de viaje, un lugar a donde ir y un motivo. Como dicen, no iba, me llevaban. Un lugar donde sabía había mucha gente, gente intersante, con quienes compartía aficiones y aptitudes, y sin embargo, no iba con intención de ligar, tan solo participar, compartir algunas opiniones y listo, regresar de nuevo al hogar. Pero creo que se cumplió esa regla, que cuando buscas nunca encuentras, y que cuando no buscas, te encuentran.


En éste viaje no iba solo, me acompañaba mi amigo. Persona de carácter tranquilo, en veces reservado pero una persona muy elocuente y agradable, mayor que yo, teníamos conociéndonos un par de años ya.

¡Que a gusto! llegamos a un hotel, un par de amigos y muchas personas por conocer. En el lobby nos recibieron organizadores del evento, y una delegación que había llegado antes que nosotros. En esa ocasión todos nos convertimos en amigos, de un momento a otro las aficiones y aptitudes que compartíamos se transformaron en platicas amenas, temas comunes, sueños colectivos inalcanzables y verdades que se platicaban mirándose a los ojos, sin pelos en la lengua.

De nuestra delegación eramos solo mi amigo y yo. Por parte de ellos eran aquel amigo, el otro amigo y ella... creo que pocas veces he conocido la magia de un primer encuentro, casi siempre tan desapercibido, que cuando significa un hito, es como un instante que se detiene para tomar una foto que va directo al álbum de recuerdos de tu memoria. Aquel momento fue así, ella fue a quien al final saludé, y ese recuerdo me acompañará tal vez por siempre. Ella levanto la mirada, mas la frente no, cual niña que se atemoriza por mirar, pero que la curiosidad le acaba por obligar a levantar solo los ojos para echar un vistazo, manteniendo así protegida su sonrisa, la cual, no pudo disimular. Yo me presenté intentando parecer seguro, pero ese intento se quedó como cuando el niño pretende usar la ropa de su padre, como algo más grande de lo que en aquel momento pudiera manejar, y como tal, dejando entrever el revuelo de emociones que en ese momento se desataban en mi estomago.

Intercambiamos las primeras palabras, de inmediato el primer clic se volvió química, como si acabara de reconocer a mi amiga de toda la vida. Ella poco a poco fue perdiendo la timidez del primer momento, al tiempo que compartía su sonrisa con el mundo cada vez más. También yo fui dejando ese aire de quien sabe todo, fui volviéndome mas vulnerable, pero más seguro al compartir lo que yo era realmente, al decir por la sonrisa que me regalaba cada vez mas frecuentemente, creo que le gustó ese yo, a mi ella me encantó.

En resumen ese fue el primer encuentro, después de un desayuno fugaz, nos dirigimos al evento que nos había convocado. Bueno, esto esta bien aquí para empezar.... esta historia continuará...

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Crucero Pirata

El dilema de amig@, ¿dejar atrás la Friendzone?

Pan de casa, como no decir nada pero decir algo