Era un pequeño país lejano... en guerrilla

Erase un pequeño país lejano. Las injusticias han estado presentes todo el tiempo. El fuerte se impone al débil y hay débiles que se vuelven fuertes y que a su vez repiten este patrón, se vuelven a imponer a los más débiles que ellos.

Al volver una y otra vez a donde no hay más que decir, solo queda hacer lo que se debe hacer. Como lo que pasó en este pequeño país lejano el cual visité. Las personas estaban cansadas, presionadas y desilusionadas e indignadas. No había suficiente comida, por lo menos para las clases mas bajas. El problema del sistema económico capitalista neoliberalista no es la posibilidad de enriquecimiento, sino la posibilidad de generar desigualdades cada vez mayores y más marcadas entre la misma sociedad. Somos una misma especie, pero mientras más distintos nos hagamos parecer unos de los otros, más cerca estaremos de una extinción, condición natural tal vez, pero como muchas otras,  provocadas desequilibradamente por el mismo hombre.

Como decía, era un pequeño país lejano...

Ya llevaban meses en la selva, y la cosa apenas empezaba. Ese día el guerrillero se levantó de su hamaca, que había colgado fortuitamente en un par de arboles que se encontraban a al distancia perfecta para tal cuestión. Era aún de madrugada, había dormido cerca de cuatro horas y se sentía reconfortado, era lo más que había dormido de corrido desde hace un mes. Se asomó a los alrededores y empezó a hacer lo que le dicta la naturaleza a un cuerpo recién levantado, orinar.

La mañana se presentaba curiosamente ruidosa. Había aves madrugadoras por todas partes. En particular, mientras descansaba un momento después de haber levantado su escueto campamento, había centrado su atención en un pajarraco oscuro, que no tenía pinta de belleza en absoluto, pero que cantaba una tonada que rozaba con lo angelical. "La belleza se puede ocultar en cualquier lugar", pensó. Enseguida regresó de sus cavilaciones y se colgó la mochila para seguir su camino.

Mientras caminaba iba pasando lista de las cosas que tenía en su mochila, las cosas indispensables nunca deben de faltar en el arsenal de un guerrillero. Entre este arsenal estaba su cepillo de dientes y su pasta, a medio uso por suerte, tenía suficiente para mantener los dientes frescos por lo menos otras dos semanas con un uso dosificado. Su hamaca acompañada de una cobija pequeña pero cálida para las noches frías en la selva. Cargando su querida "AKA", un fusil AK-47 que se ganó al hacer su primera incursión de asalto a una estación militar de una carretera. Fue simplemente esplendoroso. Todo salió como debía de salir. La distracción, la división de los enemigos, el desconcierto, la desorganización, el pánico, la rendición. Dentro de las posibilidades de atacar teniendo un armamento y un entrenamiento sumamente inferior, el conseguir un éxito se vuelve un hito invaluable, así él consideraba su querida "AKA".

El camino por la selva es inhóspito. El machete es un arma y herramienta indispensable para conseguir avanzar. No se puede andar por caminos transitados, hay que hacer caminos propios, inventar y a veces improvisar caminos. Le encantaba machetear, le encantaba cortar madera. Le traía recuerdos de cuando en su otra vida, antes de la revolución, le encantaba hacer camping en lugares alejados. Era de los pocos habilidosos que no provenía de los cañaverales y esas largas temporadas de zafra extrayendo las cañas de azúcar de esos plantíos de antaño que parecían, al igual que las tareas, interminables. Todo eso se había acabado.

Miraba su reloj, que por fortuna no era un reloj cualquiera. Mirando los días que pasaban y las fases lunares que también el reloj le compartía. Tan útiles para los asaltos nocturnos. Saber con exactitud cuando había luna llena era de una importancia mayor cuando se requiere esconderse en las sombras. 

Esa noche tocaba luna llena, día para quedar en la selva, no era bueno andar por lugares transitados con la luz de la luna en posibilidad de delatar su andar. 

No saben que vaya a pasar, todo el grupo confía en su líder, un salto de fe... La imposición de los intereses del fuerte termina cuando el débil decide que termine y se antepone. Es un camino difícil, pero de forma natural, por evolución o revolución, el cambio puede llegar.

Yo llegué como un corresponsal de noticias, mañana dejo el grupo, camaradas geniales que me han adoptado este tiempo. Tengo tantas historias. La guerrilla es un caos organizado. Los guerrilleros tienen espíritu de acero, ¿de que otra forma podrían soportar tanto? Es su única oportunidad de conseguir lo soñado. La oportunidad del débil, de aún en desventaja, ser osado.

Era un pequeño país lejano...

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