Cuentas pendientes y cheques vencidos

  A veces, se dice es mejor dejar las cosas como están. A veces, uno hace caso a ese consejo y las deja, pero, a un cierto tiempo vuelven a aparecer, hay cosas que no se pueden superar por más tiempo que pase y más auto-lobotomías que nos practiquemos. Revivir lo desaparecido puede ser peligroso, incluso maligno, desalmado o egoísta. Te preguntas si vale la pena, y en la mayoría de los casos no lo val; pagar cuentas pendientes con cheques vencidos es, en concepto y por definición, una mala idea.

  Ella lo amaba de verdad, él también, pero nunca estuvo seguro, algo pasó en el camino que cada vez parecían alejarse más y más. A pesar de haber tenido un inicio ideal, primerizo y fantástico. A pesar de haber vivido tantas cosas increíbles y maravillosas. Cada día era un descubrimiento de algo más, tan jóvenes que eran. Ella había pensado que él no estaba interesado más en ella, había pasado mucho tiempo, mucho tiempo desde la última vez que habían estado juntos. Se encontraron "coincidentemente". Ella le convenció de tener un encuentro cercano, muy cercano, darse la oportunidad de una segunda vez.

  Sólo habían estado juntos en una ocasión, la primera para ambos, convencidos que lo que habían hecho había sido "el amor". ¿Cómo podían estar seguros de que así era? no tenían más referencia que tan sólo ese momento único. Estaban tan enamorados cuando ocurrió que no importaba nada más. Sin embargo, extrañamente, después de esa ocasión comenzaron a perderse. El miedo de ella a enfrentarse a una realidad adversa. No saber, no preguntar; la incertidumbre era su mayor freno a hacer algo al respecto. El se perdió en la idea de que tal vez debía buscar a alguien más, temeroso de vivir un idilio tan perfecto, no estaba listo para ello.

  El día que decidieron terminar el estaba seguro de hacerlo, a ella le extrañó en sobremanera. Él le hizo tanto daño al ser tan determinante, no se tocó el corazón. Lloraron juntos, pero sólo las lágrimas de ella caían por amor. Que difícil es cuando ambos sienten cosas tan diferentes. Dicen que no se puede medir el amor, que el amor es uno solo y que es inconmensurable, tan infinito como el universo, tan vívido como la herida más profunda. El sentía algo, pero no llegaba al amor, entonces ¿era mejor terminar si amor era lo que recibía? a cambio de un cariño sincero, pero un amor falso.

  Ahí estaban entonces, de nuevo cara a cara, re-descubiertos por un deseo que a ambos erizaba. Ambos con unos cuantos años más encima, un tanto de experiencias también. En un cuarto de hotel en donde a nadie harían daño, más que a ellos mismos. Apasionadamente se despojaron de sus ropas, se revolvieron entre los muebles recorriendo la habitación entera hasta terminar en la cama, por fin sintiendo el clímax de lo que debía ser. Un sentimiento pendiente hasta ese momento, pero efímero que duró lo que les duró el orgasmo a cada quien. Era una cuenta pendiente, pero sus corazones se habían vencido hace mucho tiempo.

  Después... volvieron a ser los mismos... Ella segura de querer amar, más no de amarlo a él; él, seguro de querer buscar en otro lugar, y seguirla extrañando a ella... y así fue, hasta hoy no se volverán a encontrar.

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