Novia, te presento a mi amiga; amiga te presento a mi novia. Parte 3

En su formal manera de ser, María me invitó a esa fiesta; en su despreocupada manera de ser, Ana no. Yo llegué tranquilamente a una hora no demasiado tarde ni demasiado temprano, como cualquier gorrón que no desea causar demasiada importancia en su llegada.

Vi a María y me acerqué a ella, nos saludamos, con un beso discreto pero suave, de esos que detienen el tiempo aunque el exterior parezca agitado. Me comentó que su padre estaba muy contento de hacer esa reunión a salud de sus amigos de la secundaria, casi todos sus ex-compañeros también ya tenían hijos, algunos más grandes, otros más jóvenes. Los más pequeños jugaban como era de esperarse en el inflable que estaba al fondo del jardín. Eran una marabunta de chiquillos corriendo y brincando por todas partes mientras sus padres platicaban al calor de unos brandys. Los no tan pequeños, jugaban con las consolas de juegos de video portátiles que llevaba prácticamente todos, parecía más una convención de videojuegos que una reunión social, por lo menos si mirabas al rincón donde se encontraban todos ellos. Los más grandecitos de repente se encontraban y platicaban. María me presentó a Javier, el hijo de una ex-novia de su padre, y a Lucía, hija de otro amigo que, según le había platicado su padre, era el más inteligente del grupo y el encargado de pasar los exámenes por todos ellos.

-¡Ah! y falta Ana. La hija del mejor amigo de mi padre en la secundaria, fue al baño.

Abrí los ojos un poco más que lo que acostumbro, pero pensé que hay tantas chicas llamadas Ana en este mundo. Aunque estaba tentando con mi suerte creí poco probable que fuera mi Ana. Les comenté que debía ir al baño también y me marché apresuradamente.

Al otro lado del salón llegué a donde los baños estaban y la vi salir. Ana se veía radiante, como pocas veces la había visto, o imaginado. Al verme corrió a mis brazos y me plantó un beso idílico, de esos de película juvenil justo en la escena final donde todo el drama termina por arreglarse. Obviamente me preguntó que hacía allí, a lo que yo le contesté hábilmente  que conocía a algunas personas de esa fiesta y que me habían contado que sería una excelente oportunidad para tomar unos alcoholes sin tener que pagar nada. Lo acepté, era un gorrón cualquiera, invitado del invitado. Como siempre, sin complicación Ana aceptó o que dije y siguió feliz con su vida. Le dije que necesitaba ir al baño y que en unos momentos la alcanzaba.

Frente al espejo me llevé las manos a la cabeza, todo mi teatro de máscaras estaba a punto de desmoronarse por completo. Sabía lo que tenía que hacer, correr cobardemente y esperar que no preguntaran por mi en todo lo que restaba de la fiesta y que María y Ana no se volvieran a encontrar jamás. O lo que mi estupidez pensó en ese instante menos probable: que notaran mi ausencia y que Ana  y María se dieran cuenta que compartían algo más que el pasado de sus padres.

Me mojé las manos y salí del baño a paso veloz, esperando no encontrarme con ninguna de ellas, ni con nadie que pudiera reconocer mi huida, cuando de repente al alzar la cabeza justo antes de cruzar la puerta de salida María me recibe con su sonrisa.

-Aqui andabas, pensábamos que te había tragado el escusado, o que habías decidido ir al inflable a jugar con tus verdaderos amigos...

Esbozó una sonrisa ecuánime, parecía que iba a decir algo más cuando en eso llega Ana. Sentí como un cubetazo de agua fría me recorrió por la espalda, tan fría que ni siquiera parecía agua, sino mas bien hielos que me golpeaban sin parar desde la cabeza. Ahí fue que no se como, por acción de la adrenalina y el instinto de supervivencia que rige por sobre todos los seres vivos en los momentos de mayor estrés dije al momento que las miraba a las dos:

- Ya se han de conocer, pero creo pertinente hacer una presentación adecuada estando yo aquí. Amiga, te presento a mi novia, novia te presento a mi amiga...

Justo al terminar mis palabras pensé que había dicho una tremenda idiotez, que en ese momento el salón entero se me iría encima y que los niños aprovecharían verme en el piso para darme de patadas en donde más pudiera dolerme.

Un segundo de silencio pasó, estaba paralizado. En eso veo como las dos se sonríen y se saludan de beso en la mejilla. Entonces Ana dijo:

- ...jaja... ya nos conocíamos de hace rato, pero es bueno estar al tanto de las cosas, bueno yo me voy por unos bocadillos más, ¿gustan?

María contestó:

-... Que gusto saber que se conozcan, esta ciudad es tan pequeña, muchas gracias pero yo voy por algo de beber de este lado. ¿Y tu? - me volteó a ver a mi.

Claro que más podía hacer, algo me había salvado en ese momento, una fuerza divina me había dado la oportunidad de enmendar mis errores, sin embargo pensé que ese no era el momento de hacerlo así que les dije que me disculparan pero que debía salir porque estaba un tanto enfermo de diarrea y que no deseaba importunar a nadie. Sabía que salir con una ocurrencia así era toda una temeridad en un momento como ese, pero aprovechando mi buena suerte solté ese chiste. Observé como reían las dos, sabía que esa sería la última vez que las vería reír por causa mía y que era la primera y última vez que las vería reír juntas enfrente de mi. Entonces, me di media vuelta, salí por la puerta del salón, y de esa manera escapé pusilanimemente de sus vidas.


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