Hoy es un buen dia



Siempre lo he pensado: "Hoy es un buen día para empezar algo", y así comienza un día más. Hoy me levanto de una cama porque no siempre duermo en el asfalto, de vez en cuando me gusta jugar que el vagabundo tiene casa, hoy es un día de esos. Al intentar preparar un desayuno decente me doy cuenta que hoy desperté en uno de esos sueños donde tengo trabajo y responsabilidades. Así que me apresuro al refri y tomo lo primero que me encuentro, ya quisiera una rica porción de yogur dulce para acompañar la fruta que tampoco tengo. Me conformo con un poco de mantequilla para terminarme las sobras de un pan de caja que queda sobre la mesa, como siempre, dejaron al final las tapas; ni a mi me gustan, pero como se dice: "el hambre es canija" y hay que por lo menos llevar algo en el estomago desde temprano, uno siempre sale de su casa apresurado, y con las ocupaciones diarias, uno nunca sabe cuando tendrá oportunidad a lo largo del día de probar un bocado otra vez.

Al salir me doy cuenta que es un día nublado, las condiciones perfectas para quedarse acostado. Me digo: "Hoy es un buen día para caminar y respirar el aroma a tierra mojada de algún parque", porque el sol no me azora, sin embargo, con el cuerpo cortado de una resaca que nunca termina, no tengo la intención de seguir caminando. Cuando menos lo pienso, por la inercia del día a día, llego a la oficina, un lugar agradable, donde las paredes no son barrotes, ni los jefes carceleros ni los compañeros ladrones, pero aun con todos estos puntos a favor, no abandona ese dejo de lugar lejano al hogar.

Ya en mi escritorio me digo "Hoy es un buen día para terminar ese trabajo pendiente", me apuro, porque se que una pequeña meta cumplida me dará aliento, me dará un respiro y ganas de seguir combatiendo. Pero como por arte de magia, parece que cuando pongo más empeño, el tiempo no me alcanza. Caigo en cuenta que me ha dado la hora de salir, desde que en el lugar nos han burocratizado más, ya no me quedo tiempo extra de mis ganas. Cual niño de primaria al sonar la chicharra, a las 5 apago mi computadora y me dispongo a salir, tendré que dejar pendiente ese trabajo hasta que sea inevitablemente un mandato urgente de algún jefe estresado el que me obligue a terminarlo.

De vuelta a la vida, ¿porque siento que mi vida empieza hasta después de las 5 de la tarde?, y pienso "Hoy es un buen día para empezar a hacer algo diferente, que me lleve a cualquier lugar", pero al llegar a casa me conformo con una siesta vespertina, salir a matar el tiempo en alguna tienda, buscando compensar la carencia espiritual con algún bien material efímero, innecesario, tan estúpido y simple que incluso es posible pagar por conseguirlo.

Al pasar un rato de desenfado pienso: "Hoy es un buen día para llamar a algún amigo", porque se extraña el desasosiego, el ocio, la burla y el desahogo que pueden otorgar las amistades. No hay nada como una tarde de copas, unas palabras de aliento para conquistar a la chica del fondo del bar con la esperanza de tener una cama tibia por una noche o dos, o toda la semana; o salir bateado y jactarse del mal día con alguien que sabes, que por lo menos te va a escuchar. Pero ¿Qué pasa? Hoy no salgo con amigos, ni con chicas, ni con nadie, el hastío detiene el pulgar de mandar ese mensaje con el celular, andar así es andar con el alma cansada.

Llegar a casa, con el cansancio encima y pienso: "Hoy es un buen día para soñar", descansar y dar oportunidad al subconsciente que haga su trabajo. Dejar que esos consejos de almohada fluyan para encarar un mejor día. Sin embargo, al llegar, lo primero que hago es encender ese aparato del demonio: la televisión. Me desvelo por nada: noticias disfrazadas, programas de risa que no arrancan ni una carcajada, documentales que por alguna extraña razón, hoy no te enseñan nada. Ya de madrugada sin un impulso mental real que no sea mas que un reflejo, oprimo el botón del apagado y me voy a dormir, previendo con este ritmo que mañana no será un buen día.

¿Qué puede hacer la diferencia? la neta, cualquiera de esas ideas que se pasean por la cabeza a través del día pueden hacerlo. Si es algo tan sencillo y que puede ser tan real, ¿porqué darle tantas vueltas?, ¿porqué pensar tanto y hacer tan poco?, ¿qué tememos?, creo que todos podemos saber que queremos (aunque algunos ni eso, entonces por ahí hay que empezar). La oportunidad ahí está, todos los días, todas las noches, todas las madrugadas.

Afortunadamente no se cuantas veces he despertado de ese mal sueño, y recuerdo la razón por la que decidí que es bueno hacerle caso a esas ideas (no recuerdo a cual de ellas, cualquiera hace la diferencia), y ahora, de nuevo soy Vagabundo. Tan simple fue, como hacerme caso, escucharme, valerme madre todo lo demás. ¿Qué sigue?, no sé, y eso es lo interesante. A veces hay hambre y a veces frío, pero siempre hay aire y siempre hay alguien con quien llenar el vacío, ese rico vacío que siempre esta dispuesto a descubrir lo nuevo. Hoy los pensamientos son más simples, ya sin cuestionarme, porque siempre llevan a algo bueno, siempre con el mismo sentido. Me despierto y al comenzar solo pienso: "Hoy es un buen día" y nada más, a donde apunte el zapato e improvise al ocasión.

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