Y de la nada, vuelven a servir
Es curioso cuando uno se acostumbra a una comodidad, pero es más curioso cuando uno se acostumbra a una incomodidad, hace valer ese dicho que sabiamente decía mi abuelo: "a todo se acostumbra uno, menos a no comer". Yo había naturalizado esa espera de 4 o 5 minutos frente al tostador, no había pensado en repararlo, no había pensado en usar otra alternativa para calentar mi pan, no había pensado en dejar mi pan frío, en fin, no asomó ninguna opción verosímil o inverosímil en mi avispada cabeza. Tan resignado estaba a quedarme parado ahí que cuando, al bajar la palanca y escuchar un ligero pero certero ¡clak! quede estupefacto, extrañado de comprender que había recuperado una comodidad que ya no daba por sentada. Me quedé ahí esperando todavía un rato a ver si lo que había sucedido no era una broma del destino y en cualquier momento la bandeja saltaba sin aviso ni clemencia. Esto último nunca sucedió. Tomó su debido tiempo y la bandeja salió cumpliendo el esperado deber con el que la tostadora fue construido: pan caliente y tostado listo para la mesa.
Mi incrédula cabeza me tiene con la duda de que este ciclo se repita, ¿Cuántas veces? imposible saber, creemos que las máquinas son todo lo que esperamos de ellas y que si hacen algo diferente se vuelven en automático, obsoletas. Me sorprendí de leer hace algún tiempo como las partículas cósmicas son la explicación para que en ciertas circunstancias esporádicas, sean las causantes de errores en cálculos computacionales. ¡Vaya! tenemos todo, menos el control. Sigo pensando en eso mientras termino mi pan tostado con mi té. Seguramente no retomaré este tema hasta la próxima vez que intente tostar mi pan. ¡Buen día!
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