Resaca del regreso

¡Frannie, ya vine!

Una vez más, estamos de vuelta. Como todo viaje siempre hay un retorno a algún lugar. Cuando éste lugar existe hay algunos le dicen hogar, otros simplemente casa, otros le dicen retiro, asilo, realidad, otros no saben ni como se llama. Pero al fin y al cabo es bueno siempre tener ese refugio de donde sabes no te sacaran a patadas ni te dirán nada porque pases más de dos días sin bañarte.

Sin embargo, no siempre es así, realmente ¿que queda del regreso?, siempre queda una resaca, una re-adaptación a lo ya adaptado. Y esque a veces luchamos tanto por salir de una rutina y cuando por fin salimos, nunca pensamos en que tendremos que luchar de nuevo por acostumbrarnos a ella de nuevo. Vagabundo ha sido protagonista ya de muchas luchas como esa, generalmente después de un viaje muy largo hay cierto anhelo, deseo de confort, de encontrar un regazo que nos acompañe a recuperarnos de la tensión acumulada de estar sentado en el autobus, avión, caballo, carreta... encontrar una pausa que nos vaya desvaneciendo el estrés de los hombros por manejar durante largas jornadas.

Regresas y todo parece como lo dejaste, todo menos las personas que ahí dejaste. Porque, tal vez, para las cosas el tiempo pasa muy lento, no por nada se dice que "las cosas duran más que uno"; entonces, las cosas siguen igual, la ropa en el piso, la cama des tendida, el ropero abierto y una silla tirada que te recuerda la prisa con la que saliste alguna vez de ahí. Sin embargo, para las personas que se quedan, el tiempo simplemente pasa. No puedes esperar que las cosas sigan como las dejaste, que la novia de la preparatoria te siga queriendo después de 10 años perdiendo la inocencia o que el amigo ocasional te reconozca tal cual tu "look" actual: cabello largo, barba sin afeitar, ojeras permanentes, piel requemada por el sol, entre otras, solo por mencionar algunos ejemplos hipotéticos.

Es entonces que uno piensa que no es bueno aferrarse a las cosas tal cual son cuando uno se va, y no siempre son retiradas físicas, como siempre, las barreras y las distancias las hacemos nosotros mismos, entonces no hay pretexto si la distancia que te separa son dos cuadras o un mar completo. Cuando te vas, hay que estar consiente de todo esto, por difícil que parezca. A veces es más difícil para los que se quedan que para quien tiene que partir, a veces es mas difícil regresar que nunca tener que enfrentar lo que el tiempo se ha encargado de distorsionar. Es por ello es que hay tantos que prefieren viajar y nunca regresar a ningún lugar. ¡Que va! cada quien que se pinte donde quiera... y seguimos ...
a donde apunte el zapato e improvise al ocasión.

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