El Crucero Pirata
Salimos como cualquier mañana en ese crucero Caribbean Lovley Ocean. Todo parecía de lo más bien, con los inconvenientes de siempre en la caldera y con los tripulantes turistas problemáticos habituales. El título del "vomitador" ya lo había adquirido el tripulante del camarote 565. ¡Pobre! no paraba de correr al baño o asomarse por la escotilla, ya en unos días se irá acostumbrando, y si no, tal vez en el próximo puerto considere desertar. El aire era limpio, se lograba ver a lo lejos el horizonte marino con una claridad notable. Me pareció ver a estribor lomos de ballenas salpicando a lo lejos sus columnas de agua, seguramente a un par de leguas de distancia. La inmensidad del mar me es impresionante, cada que zarpamos me sigue sorprendiendo, eso y, además, en lo solos que nos encontramos cuando tomamos ruta. Cada noche había fiesta en el bar y el restaurant. Las primeras noches temáticas tendríamos al sensual Tango, pero para el fin de semana llegaría la ansiada "Noch